En la Antártida, el hielo fijo también se extiende entre icebergs varados.
A diferencia del otro tipo de banquisa, el hielo a la deriva, el hielo fijo no se mueve con las corrientes y el viento.
En el océano Ártico el hielo fijo se extiende hasta una profundidad de 20 metros, mientras que en los mares subárticos, solamente llega a unos 10 m. Los icebergs varados pueden actuar también como anclas para el hielo fijo, especialmente en la Antártida.
[1] La topografía del hielo fijo varía desde un nivel muy llano y suave hasta un perfil escabroso.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), emplea una terminología muy especifica para definir los diferentes tipos de hielo.