La zona habitada, sin embargo, es tan compacta que la mayoría de la gente se desplaza a pie por todas partes.
Su punto más alto, el Monte Eros o Vigla, culmina a 593 m. Excepto tres ensenadas, la costa de la isla es rocosa e inhóspita.
Las colinas grises se terminan a menudo en acantilados al borde del mar.
La isla está también conectada a Egina, Poros, Spetses, Metohi (Argólide) y Hermíone.
El agua, a pesar del nombre de la isla (Hidra o Hidrea, la «bien regada») parece haber faltado siempre.
No obstante, Hidra tenía pozos anteriormente, pero fueron cerrados debido a la actividad sísmica de mediados del siglo XX.
[2] La presencia de hábitats campesinos (agricultores y pastores) está atestiguado en la segunda mitad del tercer milenio a. C. en algunas pequeñas llanuras invisibles desde el mar.
Durante el periodo micénico, Hidra habría servido de base naval a los reinos continentales.
[3] Se sabe que la isla estaba poblada en el periodo bizantino (vasos y monedas descubiertas en el lugar llamado Episkopi).
Parece que Hidra estuvo totalmente despoblada durante el periodo de dominación franca, principalmente a causa del peligro pirata.
Se sabe que la isla estaba deshabitada en el siglo XV cuando los albaneses ortodoxos huyendo de la conquista otomana encontraron refugio allí.
Los impuestos y tasas muy onerosas exigidas por La Puerta limitaban veleidades del desarrollo.
Durante las guerras revolucionarias y napoleónicas, los barcos comerciales de Hidra rompían regularmente el loqueo británico para entregar trigo del Peloponeso en Marsella.
Los beneficios (repartidos equitativamente entre los armadores, los capitanes y los marinos) podían entonces alcanzar el 400 % de las sumas invertidas al principio.
Los brûlots hidriotas de Andreas Miaoulis causaron muchos daños a la flota otomana.
[6] La isla presenta una conferencia anual sobre rebético, que tiene lugar a mitad de octubre.