Cuando la Iglesia ruteno-ucraniana regresó a la comunión con el obispo de Roma (1646), estos monasterios se adhirieron al catolicismo.
En 1909, el metropolita Andrej Szeptycki dio a las basilianas unas nuevas constituciones y un gran impulso a la fundación de nuevos monasterios en los territorios de Galitzia, Ucrania, Yugoslavia, Checoslovaquia y Hungría.
[3] Más tarde se establecieron en los Estados Unidos (1911) y Argentina (1939), para la atención de los inmigrantes ucranianos.
Además, para una mejor administración, se divide en provincias, cada una gobernada por una superiora provincial y sus respectivos consejos.
[3] En 2015, eran unas 510 religiosas en 72 monasterios,[1] presentes en: Argentina, Australia, Brasil, Croacia, Eslovaquia, Estados Unidos, Hungría, Italia, Polonia, Rumanía y Ucrania.