Varias de sus melodías se siguen cantando actualmente, y fue sobre todo alabado por la generación posterior a su muerte.
Su vida ilustra el ejemplo de un autor profesional a principios del siglo XVIII.
Sin herencia o título o una posición gubernamental, escribió para todo aquello que le pudiera reportar dinero, y aun así consiguió mantener su propio punto de vista, y apuntarse tantos significativos contra el ministro de la época.
Más aún, fue una de las principales luminarias del nuevo movimiento "patriótico" en el teatro.
Sus obras más conocidas se llaman Namby Pamby y Chrononhotonthologos.