En 1917 participó en el Frente occidental en la I Guerra Mundial; fue sepultado y pasó una larga temporada en un hospital de campo.
Se hizo colaborador de Die Weltbühne y realizó trabajos pioneros sobre todo en la crítica cinematográfica.
Tras el comienzo de la II Guerra Mundial, solicitó el visado para emigrar a los Estados Unidos.
Sus problemas personales, así como su alcoholismo y su constante falta de dinero, que ya caracterizaron su exilio francés, empeoraron cada vez más.
Siemsen vivía en la mayor de las miserias, se sentía aislado y cada vez más solo.
Hans Siemsen ya no era capaz de escribir y necesitaba cuidados constantes.
Siemsen fue enterrado al lado de sus padres y hermanos, en el cementerio Hasefriedhof en Osnabrück, donde existe una placa conmemorativa en su memoria.
Mientras que el editor Michel Föster (prefacio en Schrifte1 1986) alabó la novela como «escrito de lucha antifascista», Armin Nolzen resumía:
Una gran colección de textos, fotos y grabaciones fue reunida por el editor Michael Föster, que fueron editadas en 1980 en los Schriften.