Durante ese tiempo se convirtió en un maestro de la óptica y estableció una tienda.
No le otorgaron la patente, pero fue recompensado largamente por el gobierno holandés por las copias de su diseño.
Asimismo, Jacob Metius también llegó a asegurar que el invento había sido originalmente su idea.
Con este instrumento se podían observar objetos lejanos, consiguiendo la apariencia de cercanía e identificando sus detalles.
Sin embargo, no se le concede la patente con el argumento de que muchas personas ya conocen la invención.