Habib Achour
En 1964 Burguiba deprecia la moneda por las dificultades financieras que atraviesa el país y Achour ve una oportunidad de manifestar su independencia y exige una subida inmediata de los salarios para compensar dicha devaluación.En la Asamblea Nacional solo dos diputados sindicalistas osaron defenderle, entre ellos Ahmed Tlili, que lo pagará caro.[2] Clement Henry Moore lo describiría, un año más tarde, de la siguiente manera: Achour se seguirá oponiendo a las autoridades: aún habiendo caído en desgracia y habiendo sido encarcelado, consigue volver a la primera línea de la política.[2] Su dedicación durante este tiempo gira en torno a mantener al sindicato atractivo hacia los jóvenes, que eran más del 20% de la población, sin romper sus alianzas con el poder.El sindicalismo tunecino conoce así un renacimiento tan espectacular como insospechado.A la vez, una nueva crisis económica y la aplicación de políticas económicas liberales por parte del primer ministro acaban enfrentando abiertamente a Achour y Nouira.El propio Burguiba tratará de mediar entre dos posiciones cada vez más irreconciliables que amenazaban la estabilidad misma del país.[2] La repercusión internacional que tendrán los juicios de los sindicalistas será enorme y consternó a sindicatos de otros países:[4] La UGT española incluso se pondrá en contacto con el embajador tunecino en Madrid.Burguiba seguía considerándolo miembro de la vieja guardia Destouriana, y probablemente el último gran personaje de la vida tunecina que podría desafiar su legitimidad (Burguiba se había hecho proclamar presidente vitalicio en 1974).Otra crisis con Libia llevó al sindicalista a enfrentarse con el primer ministro, Mohamed Mzali.La respuesta de Mzali no pudo ser más contundente: paramilitares al servicio del PSD tomaron las centrales sindicales al asalto y los líderes de la UGTT fueron sustituidos por fieles a Burguiba.