Estudió primero en Lieja y completó luego su formación en la catedral de Reims.
[2][3] En ellas defiende que la relación entre el ser humano y Dios es esencialmente amoroso: «Tú nos amas en tanto nos has hecho tus amantes, y nosotros te amamos en tanto cuanto recibimos tu Espíritu.
Los ojos que permiten al alma ver a Dios son el amor y la razón.
En 1118 conoció a Bernardo, abad de Claraval, cuya personalidad le impresionó profundamente.
Quiso entonces ingresar en la orden del Císter, pero Bernardo no se lo permitió porque consideraba que, al ser Guillermo abad de Saint Thierry, tenía responsabilidades que no debía desatender.
Abelardo decidió recurrir al papa Inocencio II y en 1141 marchó a Roma, pero en el camino tuvo noticias de que el sumo pontífice había firmado la propuesta de Sens y se le condenaba por hereje a perpetuo silencio como docente.
Para Guillermo, el alma podía experimentar un retorno místico a su origen divino durante su existencia terrena.
[2] Sus obras están recogidas en Patrologia Latina (PL), edición de Jacques Paul Migne, Lutetiae Parisiorum, 1844-1864.