Guillaume François Rouelle

Rouelle obtuvo su reputación gracias a un curso privado que daba en la Plaza Maubert, antes de ser nombrado profesor en el Jardín del Rey.

Establecido ya en París en 1738 como boticario, Rouelle comenzó a dar cursos de química en su laboratorio, sus lecciones se dividían en capítulos destinados a cubrir los reinos animal, vegetal y mineral, por los cuales fue adquiriendo un gran prestigio.

En 1742 fue nombrado “demostrador” y más tarde profesor de química en el Jardín del Rey,[3]​ al cual asistieron grandes miembros de la élite intelectual tales como Diderot, Lavoisier y Parmentier, Rousseau, Macquer, Mercier, en pocas palabras, una nueva generación que acepta los trabajos académicos realizados en la química de las sales como evidentes, puramente empíricos y sin gran importancia conceptual, y que descubre un mundo nuevo por mediación de Rouelle.

Preocupado por los acontecimientos políticos y militares, durante La guerra de 1756 contra Inglaterra, propuso sistemas, probablemente imaginativos, para derrotar a la armada enemiga.

El aire era indispensable para la combustión, pero con carácter de mero auxiliar mecánico.

Decía que el aire atmosférico no contenía cantidades de distintos cuerpos.

La Biblioteca Nacional de Francia le atribuyó las siguientes publicaciones[7]​ a Guillaume François Rouelle: