En 1994 los pescadores españoles cansados de la falta de actuaciones contra las redes ilegales comenzaron a tomarse la justicia por su mano, abordando a barcos ingleses, irlandeses y franceses para cortar sus redes, como fue el caso del Silver Harvester inglés.
Al conocer estos hechos las armadas de los países implicados incrementan su presencia en la zona en un vano intento por controlar la situación.
El mayor incidente ocurrido tuvo lugar cuando la flota española se hizo con el barco francés "La Gabrielle" que fue abandonado al sufrir peligro de hundimiento.
Francia consideró este hecho como un secuestro y la armada española intervino para intentar recuperar la embarcación, aunque la oposición de los pescadores impidió que lo consiguieran.
El barco fue llevado al puerto de Burela escoltado por toda la flota bonitera española, compuesta aproximadamente por 350 barcos, para mostrar que sus redes eran ilegales así como que llevaba a bordo especies de cetáceos protegidas.