Estas fuerzas estaban intencionadamente lejos de la capital para evitar una posible rebelión contra el régimen.
Los miembros de este cuerpo del ejército estaban mejor pagados, equipados, armados y entrenados que las unidades regulares, obtenían facilidades a la hora de comprar casas y se les otorgaban otro tipo de privilegios para asegurarse la fidelidad al régimen y, por extensión, a Saddam.
Una vez la coalición internacional se decidió a participar en el conflicto, cinco divisiones fueron retiradas de Kuwait hasta la frontera iraquí para que actuasen como fuerzas de reserva, siendo sustituidas por efectivos del ejército regular.
Por supuesto, los soldados desconocían que sus superiores hubieran pactado la entrega de Bagdad y aún menos los fedayines de Sadam, que fueron abandonados a su suerte una vez finalizado oficialmente el conflicto armado.
Disponían de 100 tanques T-72, baterías antiaéreas y varios comandos entrenados en guerrilla urbana.