Según Enrique Flórez fueron los envidiosos del honor de Gregorio los que desencadenaron la querella, además de desear la sede emeritense que tenía.
Aunque se dijo que la causa pudo ser el que Gregorio había ejercido previamente la profesión de forense, en los escritos de papa San Inocencio figura la frase «padeció injuria contra su mérito» si bien no se sabe con certeza cual fue la injuria.
Con la invasión de los alanos sobrevino una gran turbación con guerras, muertes y hambre, durante la cual pasó las noches el obispo Gregorio llorando y rezando ante una situación tan lamentable.
Precisamente los bárbaros, al fijarse en el sufrimiento del obispo, se dieron cuenta de que ellos tampoco podrían sobrevivir si seguían con su sistema de destrucción total por lo que decidieron pacificarse entre ellos y sortear los territorios que tenían bajo su dominio tocándole en suerte a los alanos las provincias de Mérida y Cartagena.
Esta partición ocurrió en el año 411 a la que sobrevivió el obispo Gregorio pero no se sabe cuanto.