Grabación magnética

De este modo las señales llegan a la televisión mediante impulsos magnéticos que se traducen en intensidades luminosas.

La dificultad estribaba en cómo convertir las corrientes eléctricas variables procedentes de la cámara de TV en campos magnéticos que afectasen a un material ferromagnético, dejando una huella permanente.

La grabación y la reproducción de la imagen presenta complejidades que hicieron retrasar la aparición del magnetoscopio.

Esta enorme diferencia entre la anchura de imagen y del sonido, dificulta la grabación.

Se consigue así un incremento de la velocidad relativa entre la cabeza y la cinta que facilita la grabación de las altas frecuencias y se traduce en un considerable ahorro.

Estos impulsos de sincronismo son leídos durante la reproducción, para situar correctamente la cabeza lectora con las huellas magnéticas grabadas en cinta.

La variante más extendida es la disposición de 2 cabezas diametralmente opuestas en el tambor portacabezas.

Cada cabeza graba una pista inclinada y paralela respecto a la precedente.

Mientras una cabeza lee el campo que le corresponde, situada perpendicularmente a la pista, y obteniendo la máxima amplitud de la señal registrada, las pistas adyacentes a la pista objeto de lectura se encuentran con una angulación opuesta a la cabeza, lo que imposibilita que la cabeza pueda leerla.

Como el ángulo azimut es diferente para cada formato, se introduce un nuevo elemento de incompatibilidad.