Gorlim tenía una esposa llamada Eilinel, y un gran amor había entre ellos, pero cuando partió a la guerra contra Morgoth, la dejó sola.
Este hecho no tardaron en averiguarlo los espías de Morgoth y un día de otoño, a la caída del sol, Gorlim llegó a su casa y le pareció ver una luz en la ventana.
Viendo su resistencia a la tortura, le prometieron devolverle su amada esposa y ser puestos ambos en libertad.
Gorlim habría callado entonces, pero intimidado por los ojos de Sauron dijo por fin todo lo que éste quería saber.
Entonces Sauron rio, y le reveló que solo había visto a un fantasma inventado por hechicería para atraparlo, porque Eilinel estaba muerta: «No obstante, accederé a tu ruego —dijo Sauron—, e irás al encuentro de Eilinel y te libraré de mi servicio—.