Hicieron golpear sus sables contra el suelo como señal de desafío y de respaldo a la agenda social del Presidente Arturo Alessandri Palma.
Aun así los militares chilenos preparaban un golpe a realizarse el día 11 de septiembre.
Sin embargo, el comité militar prefirió seguir funcionando, y le pidió a Alessandri que disolviera el Congreso.
Tras este hecho, Alessandri, atrapado en una situación que ya no podía manejar, vio su poder en jaque y presentó su renuncia el 9 de septiembre, a lo que el comité se negó, pero le otorgó una licencia por seis meses que pasaría en Europa.
El 11 de septiembre, se instaló una junta de gobierno, presidida por Luis Altamirano, que decretó ese mismo día la disolución del Congreso Nacional, tras 93 años de funcionamiento ininterrumpido.