Gobierno de la Defensa

Durante los 8 años que estuvo en vigencia, desde 1843 hasta 1851, controló únicamente la capital, Montevideo y fue administrado por el Partido Colorado, liderado en un inicio por el caudillo Fructuoso Rivera.

Su nombre tan particular se debe a que siempre se mantenía a la defensiva, dentro de las murallas de la ciudad, debido al largo sitio impuesto por las tropas del Partido Nacional.

En 1843 Rivera era aún presidente del Uruguay, pero se hallaba en la campaña reuniendo fuerzas para reorganizar la lucha.

En este esquema, el aceptar y fomentar la ayuda extranjera que no afectaba en absoluto su nacionalismo; antes bien, veían en este apoyo la conmixion de fuerzas civilizadoras en combate contra la barbarie caudillesca y los nuevos señores feudales, los grandes hacendados ecuestres del medio rural de los que Rosas era ejemplo arquetípico.

Particular trascendencia tuvo la participación del condottiero Giuseppe Garibaldi, quien, al frente de sus tropas personales, combatió con más entusiasmo que éxito hasta 1848.

Si Garibaldi actuó en Montevideo por idealismo o como un simple soldado profesional es un dilema que la historiografía de Uruguay ha abordado con escasa objetividad y notorio abanderamiento.

También ejercieron fuerte influencia los emigrados argentinos, todos unitarios, entre los que se destacaron los generales José María Paz y Juan Lavalle, otros militares como Bartolomé Mitre, o civiles como José Rivera Indarte, Florencio Varela (asesinado en marzo de 1848), José Mármol, Juan Bautista Alberdi o Domingo Faustino Sarmiento, que vivió en un breve periodo en la ciudad.

En el plano militar fueron destacándose entre los sitiados algunos oficiales jóvenes, que jugarían un papel decisivo en años posteriores: Venancio Flores, Anacleto Medina, César Díaz y Lorenzo Batlle.

Con parte de las guarniciones militares y la numerosa población civil en actitud de insubordinación en favor del formidable caudillo (“Se viene el Patrón”, era la consigna), el gobierno intentó prohibir su desembarco e incluso le ofreció un cargo diplomático en Europa, que fue orgullosamente rechazado.

El gobierno de Joaquín Suárez no autorizó esas tratativas, tras lo cual dimitieron Pereira, Barreiro y el propio Flores que se marchó del país.

El caudillo no regresaría hasta 1854 para morir en Melo, apenas pisado territorio oriental.

El gobierno envió entonces dos misiones diplomáticas al exterior de Melchor Pacheco y Obes a Francia, en procura de que este país mantuviera su apoyo a la Defensa, que no tuvo éxito (aunque logró que Alejandro Dumás firmase un opúsculo propagandístico titulado Montevideo la Nueva Troya) y la otra a cargo de Andrés Lamas, quien viajó a Río de Janeiro para intentar la intervención del Imperio del Brasil en el conflicto.

En esas negociaciones el gobierno de la Defensa obtuvo un notable éxito diplomático que le permitió salvar su comprometida situación y ganar la guerra.

Bandera de Uruguay usada por el Gobierno de la Defensa
Fructuoso Rivera.
Manuel Oribe.