La familia se trasladó a Valdocco, allí José conoció otras dos personas que influyeron en su vida, su maestra Benedetta Savio y su confesor Juan Bosco.
[4] Durante el periodo que ocupó el cargo de rector del santuario, Allamano se dedicó a la restauración estructural y espiritual del mismo y recuperó el convictorio eclesiástico para jóvenes sacerdotes.
Su compañero Santiago Camisassa fue de gran ayuda para estas obras.
[6] José Allamano fue venerado por sus misioneros y misioneras desde el mismo momento de su muerte, ellos dicen que en su lecho de muerte Allamano les dejó como testamento las siguientes palabras «por ustedes he vivido tantos años, y por ustedes he consumido bienes, salud y vida.
[7] Por ello, sus religiosos procuraron desde un primer momento conservar todo recuerdo, escrito o memoria, que les sirviera para más adelante abrir el proceso en pro de su canonización.