Es considerado como una verdadera obra maestra del barroco piamontés y tiene la dignidad de Basílica menor.
Aquí, en el siglo V, el obispo Maximus erigió (probablemente sobre los restos de un antiguo templo pagano), una pequeña iglesia dedicada a San Andrés Apóstol, con una capilla dedicada a la Virgen, en el que se colocó una imagen de la Virgen María.
La historia cuenta que el icono durante las diversas alteraciones de la iglesia se había perdido.
La basílica se convirtió en la pieza central de la fe y la religión en Turín durante los duros días del asedio franco-español.
Esta fecha fue escogida para conmemorar el milagro del ciego que encontró el santo icono de la Virgen.