Fue muerto por bandidos en la Via Flaminia en Cagli, cerca de Ancona, en su retorno a Roma, y es considerado mártir.
Fue obispo de Cervia y en 502 participó en el Cuarto concilio romano organizado por el papa Símaco contra el antipapa Lorenzo.
También se barajó la posibilidad que los autores de su asesinato fueran los secuaces del rey arriano Teodorico.
También cuenta la leyenda que durante el viaje en 502, unos gansos habían salvado la vida de Mons.
El cuerpo, recogido por el obispo de Cagli, Levítico, fue enterrado en el Monte Calleo donde construyó una abadía que lleva su nombre, aunque Ferdinando Ughelli lo data en el siglo VIII.