Su hijo Álvaro, presidente de Probolsa, fue secuestrado en 1989 para presionar un diálogo con el Gobierno, el cual finalmente fracasó.
La fábrica firmó el contrato para ensamblar con la British Motor Corporation, pero el primer automotor sólo fue operacional seis años más tarde.
[4] Según la revista Semana, al decir de varios opositores, Montoya era “quien realmente tomaba las grandes decisiones en Palacio”.
El exministro contactó a Germán Montoya y le presentó la propuesta de los narcotraficantes.
[14] Aun así, Vallejo redactó un modelo de preacuerdo y lo discutió con Escobar.
En ese contexto, en el Congreso de la República, que tramitaba una reforma Constitucional, se presentaron acusaciones y señalamientos contra el gobierno.
Sin embargo, la oposición continuó sumando voces en favor y en contra del Gobierno por varios días.
[17] Entonces, los expresidentes Misael Pastrana, Alfonso López Michelsen y Julio Cesar Turbay, acompañados por Diego Montaña de la Unión Patriótica, y del cardenal Mario Revollo, publicaron un comunicado donde pedían la liberación de los rehenes, dejando entender que de hacerlo “la sociedad miraría con benevolencia este gesto y los haría acreedores a un tratamiento menos riguroso”.
El gobierno barajó nombres para liderar el proceso y el más opcionado era Otto Morales Benítez.
Pese a ello, y tras considerar que había sido traicionado por el gobierno de Barco, el cartel señaló a la hermana del exsecretario general de la presidencia, como "blanco" para ejecutar su venganza.
[23] Tampoco recibieron mensajes que indicaran su estado o quien la mantenía retenida, pese a las fallidad gestiones de su hijo Luis Guillermo Perez Montoya.
[3] El día 24,[28] su cadáver fue encontrado en terrenos abandonados en la calle 193 entre carreras 39 y 40 de Bogotá.
Al no lograr identificarla, las autoridades la sepultaron en una "tumba colectiva sin nombre".
El cartel aseguró que la decisión fue tomada para forzar al gobierno a atender sus denuncias sobre los presuntos crímenes contra la organización criminal atribuidos a la Policía, especialmente las ejecuciones de miembros de Los Priscos.
Junto al cadáver se encontraron seis vainas de calibre 9 mm.