[1] El término se aplica en particular al trigo, cebada y otros cereales que después de segado reunía el conjunto cortado en gavillas.Poco a poco se fueron mecanizando estas tareas, que culminaron con la atadora, una máquina que ataba automáticamente la mies formando gavillas, fabricada a partir de la década de 1880.Manualmente se seguía juntando las gavillas para apilarlas.Para engavillar manualmente se requerían alrededor de 10 horas-hombre por hectárea.[2] No era una tarea pesada, por lo que a la par de los hombres también trabajaban mujeres.
Gavillas de trigo apiladas en Inglaterra para su secado.