En 2003 redobla la apuesta: edita "Efectos colaterales", otro libro con textos y fotos suyas, pero mejor elaborado en su calidad profesional.
En ese mismo año se estrenó la película "La puta y la ballena", dirigida por Luis Puenzo, que contó con la colaboración de Gabriela Liffschitz en la idea general.
Según la autora, "la idea nació un día cualquiera", y su intención primigenia era la de "recuperar mi geografía (sic) corporal".
El libro se divide en cuatro capítulos, los dos primeros se asemejan a "Recursos humanos", pero el tercer capítulo muestra unas imágenes radicalmente distintas: su cuerpo no sólo muestra la mutilación, sino que tiene su cabeza totalmente rapada, y su cuerpo está surcado por un "body-painting" (realizado por el artista argentino Alfredo Genovese) alegórico: dos serpientes (símbolo de la muerte y el dolor).
En el último capítulo las imágenes son puramente eróticas, donde su desnudez, que sigue incluyendo su cabeza rapada, se realza con lencería, joyas, plumas y demás elementos fetichistas.