Su uso era exclusivo para mujeres y su finalidad terapéutica, ya que en aquel momento estaban de moda los tratamientos médicos relacionados con el mar.
Se suelen montar cuatro anclados en puntos fijos fondeados con bloques de cemento.
[4] Hubo un gabarrón promovido por un particular, Paco Yoldi, que lo instaló frente a la playa de Ondarreta.
[5] Tenía una piscina central que llegó a estar dividida en calles.
San Sebastián decidió dar su nombre a las piscinas municipales de Anoeta.