[1] Se trata de una tradición histórica que en la actualidad tiene 105 años.[3] Como un año impidió por este motivo que los alumnos acudieran a la romería de San Diego, éstos no asistieron a clase, lo que se repitió anualmente, sumándose en los años siguientes el resto del alumnado del entonces Instituto General y Técnico de Canarias.La tradición de contar los botones a esta estatua de mármol se debe a que los alumnos que iniciaron la fuga llevaron a San Diego un puñado de calabazas como ofrenda al santo y como símbolo del suspenso que tendrían por faltar al examen.[4] Actualmente una vez los estudiantes consiguen escabullirse de las clases, quedan y realizan una fiesta.[5] Se trata pues, de una tradición con un origen tinerfeño, pero actualmente se ha extendido a los diferentes colegios, universidades e institutos de secundaria del resto del archipiélago canario.