Para organizar la nueva red, en primer lugar se constituyó la Junta de Fuentes.
Se contrató a un prestigioso maestro fontanero: José Fernández de Miranda a quien sucedieron otros más hasta la llegada de Andrés Rodríguez que se decía «fontanero de su majestad en la Corte» que trajo consigo y aplicó las teorías ilustradas sobre la importancia pública del agua.
Estos acueductos (canales o acequias), que los romanos llamaban specus se construían con ladrillos y bóvedas de hormigón y llevaban una pendiente bien calculada; además debían ir cuidadosamente cubiertos por bóvedas.
Había un segundo ramal que partía del mismo punto pero hacía un recorrido distinto.
Si además el diseño comprendía surtidores a distinto nivel, el trabajo se complicaba.
Tenían un espacio circundante con un bordillo para apoyar los cántaros y demás utensilios.
Las cuatro primeras fuentes que se hicieron en León en la época de la Ilustración fueron: El recurso más utilizado fue el de la mitología, en especial todo aquello que estuviera relacionado con el agua.
Los personajes mitológicos fueron símbolos y protagonistas de muchas fuentes no solo en España sino en otros países.
El nuevo monumento debía ocupar el centro con espacio libre a su alrededor para el tránsito de personas y carruajes.
Se fueron incorporando sucesivamente Manuel de San Francisco, José Fernández Miranda e Isidro Cruela.
En 1784 el fontanero José Fernández Miranda organizó y puso a punto la red de abastecimiento añadiendo nuevas cañerías con las correspondientes nivelaciones desde el lugar conocido como Las Tejeras hasta llegar a Puerta Castillo en la ciudad de León.
El caño de San Martín consta como referenciado desde 1530 con restauraciones en 1722 y 1761 hasta su remodelación final a principios del siglo XIX en que se aportó más decoración.
No eran especialmente artísticas pero ofrecían leyendas que informaban sobre los autores y promotores.