Friedrich von Holstein

Desempeñó un papel determinante en el diseño de la política exterior alemana desde 1890, cuando Otto von Bismarck cesó como canciller, hasta 1906.

Su madre, Karoline von Brünnow, tenía más de 45 años cuando lo trajo al mundo.

Posteriormente, la familia se trasladó a Berlín y él asistió al Instituto de Kölln donde finalizó su bachillerato en 1853.

Gracias a sus numerosos viajes por Europa obtuvo un conocimiento excelente de los idiomas francés e italiano.

Fue a través de su ministro que Holstein intentó transmitir sus ideas sobre política exterior.

Gracias, además, a su buen entendimiento con Philipp zu Eulenburg, amigo del emperador, y con Bernhard von Bülow, futuro canciller, el diplomático pudo influir indirectamente en las decisiones de Guillermo II.

Holstein no vio con buenos ojos la expansión alemana en ultramar, pero tampoco vetó el rumbo imperialista del Káiser.

Dado que el imperio británico se había acercado al enemigo tradicional de Alemania, a partir de ese momento sería aún más difícil atraer a Londres al lado alemán.

En los años siguientes, Holstein planeó perturbar el entendimiento entre Francia y Gran Bretaña.

En sus memorias, Guillermo II refirió que la personalidad de Holstein le resultaba "inquietante".