Hasta 1794 las colonias galas utilizaron la libra de las Indias Occidentales Francesas pero con la proclamación de la Primera República y luego el Primer Imperio comenzaron a llegar las piezas del nuevo franco francés que se distribuyeron por todas las colonias americanas.
[1] Con la propagación de las guerras revolucionarias francesas y luego con las guerras napoleónicas comenzaron a escasear las monedas de la metrópoli y luego de la Restauración borbónica en Francia, volvieron a acuñarse monedas propias para la América francesa en 1825 pero esta vez era el franco colonial aunque solo circulara en los territorios remanentes que le quedaba en el continente que eran la Guayana Francesa, las Antillas y las islas de San Pedro y Miquelón.
Luego de que el franco abandonó el patrón oro, sólo circuló dicha moneda.
[3] Durante la Segunda Guerra Mundial, una serie completa de billetes se introdujo en las islas.
Estas denominaciones inusuales eran equivalentes a 5 y 10 dólares canadienses.