Era tío del religioso, historiador y traductor Juan Félix Girón.
Si bien porta todos los motivos del habitual desengaño barroco, apenas los declara y los transforma en una clara melancolía.
Amaba la naturaleza y se concentraba en alabar sus pequeñas y decadentes bellezas, como las flores; los poemas que dedicó a éstas son de los más hermosos y perfectos que acabó, adoptando para ello, en lo que fue un precursor de Góngora, la forma de la silva: A la rosa, Al clavel, A la arrebolera, Al jazmín...
Su silva Al verano comienza horaciana, pero termina epicúreamente en una explosión de colorido.
En el fondo late la filosofía del Estoicismo como consuelo a un pesimismo muy negro, apenas entreabierto: Por otra parte destacan también sus sonetos, de aire gongorino algunos, y moralizadores otros.