Francisco de Pedrosa

Allí regentó por mandato real una cátedra de retórica, solicitada por su primer obispo Francisco del Valle Marroquín en 1548.

En 1583 escribió al rey un memorial quejándose de las deudas que contraía para sostenerla (tenía que dotar a cuatro hijas casaderas) y pidiendo mercedes; se le concedieron en 1586 doscientos pesos anuales durante seis años por haber estado más de treinta años allí enseñando gramática; en 1589 le ampliaron la pensión a quinientos y la hicieron vitalicia, habida cuenta de sus muchas deudas.

Su epopeya latina, precedida de una epístola nuncupatoria a Felipe II y algunos poemas preliminares, Austriaca sive Naumachia, consta de seis libros y cuatro mil seiscientos ocho versos.

La inspiración es sobre todo virgiliana, aunque también hay reminiscencias de Ovidio, Catulo, Silio Itálico y Estacio.

Por otra parte, hay versos sin acabar y el libro cuarto incluye pasajes tan heterogéneos que, sin duda, se trata de un borrador.