Francisco Velásquez Zambrano
Sin embargo es en su colección posterior a la que denominó “parietal rojo” en 1991, que solo consta de 19 obras, donde podemos ver al Velásquez más original y onírico, despreocupado de toda ansiedad estética y olvidando toda norma previamente establecida.Luego entre los años 1998 y 2000 el principal diario de su Manabí natal publicó sobre su colección “Armonías”: “mariposas e hipocampos no coexisten en el mismo ambiente natural, las unas son aeroterrestres y los otros (los caballitos de mar) son propios del océano profundo.Por lo que el catedrático e intelectual Gonzalo Andrade ha comparado al pintor con un poeta, por las apelaciones a la irrealidad de lo real”.Desde finales del año 2000 reside en España y cuatro años más tarde presenta una elaborada exposición individual en la sala “Rigoberta Menchú” del ayuntamiento madrileño de Leganés donde vuelve a aflorar su personal surrealismo, ese que surge sin ninguna pretensión aparente, libre de todo compromiso racional.Mistificaciones manabitas: La escritora Rosa Dalia Cevallos sobre esta colección comentó: “El gran interés por la simbología precolombina, sobre todo un énfasis en lo que representa la cultura Manteño-Huancavilca ha llevado a Velásquez a cuajar interesantes obras donde demuestra una fuerte ligazón con el mar, con el color y con la vida”.Otra premisa para este autor es fortalecer la interrelación entre la Arquitectura y el Arte Mural desde la concepción misma de un proyecto.Dicha interrelación viabilizaría conceptos estéticos que terminarían favoreciendo de modo sustancial el desarrollo del urbanismo contemporáneo.