Hizo una producción relativamente escasa en número de obras, compartida con la docencia artística.
A finales del siglo XIX predominan los paisajes rurales con escenas costumbristas —"Jovencita cosiendo en un jardín" ("Joveneta cosint a un jardí")—, las marinas —"Sa Foradada"— y composiciones que conjugan las escenas de interiores con figuras y el paisaje —"Migdia"—.
Interesado sobre todo por la luz y el colorido, sus obras evolucionaban con acento luminista en el cual predominaban las gamas cálidas poco contrastadas.
Sus obras reflejaban las labores del campo al sol: "Fermant garbes" o "A s'era".
Con todo, desde el primer momento su relación con los pintores adscritos al movimiento modernista fue abierta y cordial, tanto con Antonio Gelabert (Antoni Gelabert), como con Joaquín Mir (Joaquim Mir), con los cuales viajó a Barcelona, en septiembre de 1900, donde se supone que tuvo contacto con círculos modernistas, como Els Quat re Gats.
A partir de la segunda década del siglo XX, la práctica pictórica tuvo, en ocasiones, carácter intermitente.