Esta nueva línea, con parada en Vilanova y la Geltrú, benefició enormemente a sus fábricas.
El matrimonio tuvo diez hijos y numerosos nietos, entre los que hay de famosos como su hijo Álvaro Bultó (aventurero muerto el 2013 mientras hacía paracaidismo extremo[6]) o sus nietos Daniel Oliver, Miki Arpa y Sete Gibernau,[5] destacados pilotos de velocidad Extreme, enduro y MotoGP respectivamente.
A continuación se muestra su linaje por línea materna, desde su bisabuelo Isidre Marqués hasta él y sus hijos.
Se indican también sus nietos y familiares con otros grados de parentesco que han destacado en el deporte del motociclismo.
[8] Aparte de él y su mujer, se señalan en negrita sus antepasados directos por línea materna.
Ese mismo año se compró un velomotor DKW de poleas[11] por 300 pesetas (unos 1,80 euros al cambio) con el que empezó a experimentar ideas técnicas.
A 18 años debutó en las carreras con un nombre inventado: «Francisco Roig», aunque pilotando una AJS 350.
[12] Sin embargo, con FISA no satisfacía su afición por las motos y tras participar en varias carreras para conocer a fondo la problemática de la construcción de estos vehículos, decidió pasar a fabricar él.
[15] Los dos jóvenes empresarios, sin muchas conversaciones decidieron asociarse para construir algo todavía indeterminado.
Fiel a su máxima, «El mercado sigue la bandera de cuadros», [16][17] Bultó abandonó la empresa.
En cuanto al anagrama, el famoso «dedo rampante», fue también idea suya y la había visto hacer por primera vez al piloto británico de motociclismo David Whitworth, cuando indicaba a los mecánicos de los boxes que todo le iba bien.
Pero su gran aportación en este campo fue el trial, deporte que contribuyó a popularizar internacionalmente.
Comenzó a introducirla en Cataluña, organizando los primeros triales en forma de pruebas informales para sus invitados en la masía San Antonio, pruebas que poco después llamaría «Trial de San Antonio».