[1] Edith Helmana, en su ya clásico libro Trasmundo de Goya,[3] señala que en este grabado Goya se autorretrató con el ojo avizor bajo los párpados caídos y boca firme de expresión áspera y displicente.El resultado de la larga enfermedad que lo dejó sordo, aislado del mundo y desesperado.[4] Casariego también ve en este capricho n.º 1, un Goya de mirada penetrante y aspecto sereno, displicente y elegante, el preludio del artista que va a enjuiciar todo a lo largo de la serie.Señala que al firmar Francisco Goya, tal como lo recibió de su padre, y no Francisco de Goya como firmó muchas veces, deja al margen toda vanidad social.[5] En este grabado se empleó técnicas de aguafuerte, aguatinta, punta seca y buril.
Detalle del autorretrato de Goya en el Capricho nº43.