Una joven con antifaz entrega su mano a un hombre mucho mayor que ella.
A la izquierda dos dueñas [1] de rostros caricaturizados, y al fondo un segundo hombre sonriendo con sarcasmo.
El que se encuentra en el Museo del Prado se tiene como autógrafo de Goya, pero parece más bien despistar y buscar un significado moralizante que encubra significados más arriesgados para el autor.
Pero el engaño es mutuo, porque el hombre con una mirada torcida e interesada parece más bien pensar en el provecho que va a sacar de este matrimonio.
La vieja encorvada en el bastón será el instrumento del adulterio a que aluden los versos.