Francisco Díaz Klaassen

Sin embargo, me gusta creer que es también una novela acerca de Orlando Martínez, el antólogo, un veterano profesor de literatura inglesa y crítico literario que vivió toda su vida en Estados Unidos, donde se llenó de títulos y postítulos y publicó cuanto paper y libro académico pudo, y que, tras jubilarse y regresar a Chile, se desquicia al darse cuenta de que nadie le da tribuna en su propio país —para hablar de literatura, pero también de otras cosas, de la vida en general—, que no hay un púlpito esperándolo, ninguna audiencia que quiera oírlo.

Entonces se inventa esta antología, caprichosa desde sus mismas bases: sólo pueden participar en ella autores que hayan nacido en el año 1984 y que demuestren admiración por el denostado escritor chileno Lucas Álvarez (otra invención mía, el decimosegundo autor/apóstol).

Sin embargo, en el libro mismo Martínez se rehúsa a hablar de los escritores que edita, prefiere en cambio contar su propia historia, dictar cátedra sobre la literatura actual y antigua, el sistema de educación, etcétera; lo hace a través de un largo exordio, los comentarios a los cuentos —que no siempre comentan los cuentos— e interminables notas a pie, que suelen interrumpir los relatos sin ningún tipo de recato.

Sobre su escritura, ha dicho: "Nunca pretendo lograr nada con las cosas que escribo, aparte del cliché: pasar un buen rato escribiendo y, de ser posible, que alguien lea eso algún día y pase un buen rato leyéndolo.

[5]​Es autor del blog de ficciones Tough Guys Don’t Dance.