Francesco di Doménico

Su legado abarca desde ser uno de los pioneros en llevar el cine a Colombia, hasta hacer producciones propias del país, pasando por noticieros, documentales y ficciones.

Aunque contrajo un enfermedad que lo obligó trasladarse a Italia y gastarse gran parte del dinero ahorrado.

Desde mayo de 1902 Francesco y su tío se establecen en África, aunque con condiciones apenas para sobrevivir.

Ahora es ayudante de su suegro, quien también es comerciante, la situación es igual que la anterior vivida con su tío.

En 1906 María queda embarazada por primera vez y Francesco está listo para un nuevo viaje.

A sus 29 años Francesco era una persona ambiciosa y arriesgada para incursionar en un mercado naciente como lo era el cine.

En abril de 1910 llegan a Venezuela, al principio tuvieron problemas ya que les decomisaron las películas, en la aduana, pero todo se arregló con la intervención del embajador italiano.

Aquí el generador eléctrico que habían adquirido empieza a fallar, afectándoles su trabajo perdiendo la concesión del teatro.

El 12 de febrero de 1911 parte hacia el interior del país, le dicen que en Girardot hay luz eléctrica, que podrá trabajar sin necesidad del generador, cuando llegó a Girardot no encontró electricidad sé quedó estancado porque no podía trabajar y así no producía dinero, hasta que unas bailarinas le prestaron dinero pudo seguir su viaje a Bogotá.

Aunque estos primeros años todavía eran de escasez, no dormía bien y tampoco comía bien.

Francesco, con sus hermanos, algunos primos y algunos socios crearon la Sicla (Sociedad Industrial Cinematográfica Latino Americana).

1914 cuando estalla la Primera Guerra Mundial, Francesco se traslada a Venezuela, para crear una agencia de la nueva empresa.

El film tuvo una gran acogida, fue ahí cuando Francesco junto a sus hermanos presentaría al público un ciclo de películas, comandadas por Cabiria, con otro títulos como El limpia botas de la avenida, Patria, La garra, Pedro y el diablo y La orden sellada, con estas recorrieron todo el país durante algunos años.

En noviembre de 1916 Francesco regresa a Bogotá desde Barranquilla, con buenas noticias la compra de un terreno para construir su propio teatro, se pensó inicialmente el nombre El dorado para finalmente llamarlo Teatro Colombia, en honor a la matrona barranquillera que vendió los terrenos.

Francesco viaja constantemente a Estados Unidos donde se le ocurren nuevos proyecto con relación al crecimiento del cine local.