El proyecto tuvo mucho éxito y se extendió a distintos puntos del mundo.
Tonucci se basa en que la escuela debe tener en cuenta las experiencias vividas por los alumnos en su vida cotidiana y utilizarlo en clase.
Otra base es la utilización de estas experiencias para elaborar investigaciones y «dar a luz» una respuesta que será aprendida mediante la práctica.
Cuando tenía 28 años recibió su primer reconocimiento en este campo y empezó a criticar la realidad de la escuela.
«Actualmente la escuela concibe el aprendizaje de un modo progresivo, gradual, que deja al niño con muy poco margen para expresarse y crear.
La educación es entendida como una inversión sobre el futuro», y según Tonucci no debe ser así.
No puede ser que tras seis horas de clase los niños lleguen a casa con deberes.
Por último, el especialista mantiene que «la escuela debe ser un lugar bello, donde se pueda respirar cultura, haya música, arte, sea agradable y cómoda.
Expresarse a través del teatro o de la música, por ejemplo, es una gran riqueza y aún más en los niños, permitiendo desarrollar la auto expresión, promover la interacción con los demás, favorecer la expresión emocional o reforzar la autoestima entre un sinfín de beneficios ya comprobados científicamente.
Utilizando la música (lenguaje que al principio mencionaba) como herramienta de inclusión en las escuelas conseguiríamos eliminar muchas barreras y que el vuelo de los niños sea cada vez más alto, autónomo y libre.