Fue canciller del Tribunal Eclesiástico y agente de Ruegos y vicario general, hasta 1899 en que murió el obispo de Barcelona natural de Arenys de Mar, Jaume Catalá, y fue elegido vicario capitular.
En 1906, siendo canónigo de la sede de Barcelona, evitó que apuñalaran al cardenal Casañas, una acción valiente que publicaron muchos periódicos de la época.
A continuación, fue nombrado obispo de Gerona, pero la consagración episcopal tuvo lugar en Arenys de Mar.
Hombre caritativo, preocupado por las misiones y por su diócesis, se puede decir que sus siete años de pontificado fueron pastoralmente fructíferos.
Sus cenizas están enterradas en la Catedral de Gerona.