La emulsión fotosensible puede ser un líquido que se aplica con brocha, rociado, vertido u otros medios y luego se deja fraguar o puede conseguirse también en forma de hoja y aplicarse como un laminado.
Se probaron varios metales para la plancha de impresión, así como vidrio y piedra litográfica.
Niépce denominó a este proceso Héliographie,[1] traduciéndose al español como Heliografía.
El proceso de Niépce permaneció inactivo durante muchos años, pero se revivió en la década de 1850 y el betún empezó a utilizarse ampliamente como fotorresistente hasta bien entrado el siglo XX.
Se requerían exposiciones muy prolongadas con luz brillante, pero el betún tenía la ventaja de que era muy resistente a los ácidos fuertes.
El uso del fotograbado para un proceso de medios tonos que podría usarse para imprimir imágenes fotográficas en escala de grises se remonta a la introducción del daguerrotipo en 1839.
Este proceso se generalizó en la década de 1890, reemplazando en gran medida los bloques de madera y metal grabados a mano que anteriormente habían servido para imprimir ilustraciones.