Los primeros fotocomponedores proyectaban rápidamente la luz a través de una imagen negativa de un carácter individual de una fuente tipográfica, luego a través de una lente que ampliaba o reducía el tamaño del carácter en papel fotográfico, que se recogía en una bobina en un recipiente a prueba de luz.
En la década de 1960 se sustituyeron los elementos ópticos por la proyección de la imagen mediante una pantalla de rayos catódicos, con lo que se logró una mayor productividad, con lo que desbancaron casi por completo a los sistemas antiguos y consolidaron el método de impresión ófset.
Las fotocomponedoras se encargarían de esas funciones al producir cintas con la titulación tipográfica necesaria tal y como veríamos si recortamos un titular de un periódico impreso.
El método ofrecido eliminaba la necesidad de imprimir la galera tipográfica, producida por la linotipia, para el mismo procedimiento.
La forma actual de fotocomposición electrónica está presente en LaTeX, los procesadores de texto y las impresiones láser como un paso más en una evolución dentro de la historia en las artes gráficas.