La construcción fue empezada en 1077 bajo el Príncipe-Arzobispo Gebhard von Helffenstein.
La fortaleza tomó su aspecto actual en el siglo XV bajo el Príncipe-Arzobispo Leonhard von Keutschach, que la hizo habitable, la decoró exquisitamente y le dio su aspecto gótico tardío.
En todos los muros de la fortaleza se puede ver su símbolo: una remolacha.
La fortaleza fue sitiada varias veces pero nunca fue tomada.
Es famosa la historia de «El lavandero de toros salburgués», quien, durante un largo asedio, pintaba un mismo toro cada día con un color distinto y lo paseaba por los muros de defensa, y cada vez lo volvía a lavar.