El flamenco en Japón se introdujo en los años 20 del siglo XX, cuando los japoneses comenzaron a interesarse por este arte, y desde entonces ha evolucionado y se ha extendido por todo el país asiático, lo que ha convertido a Japón en la segunda patria del flamenco.
[1] Muchos japoneses han viajado a España para conocer las raíces del flamenco y aprenderlo en profundidad.
Durante la democracia Taisho, se llevaron a cabo reestructuraciones y el emperador retomó su papel como figura legitimadora.
En esa misma década, muchos estudiantes nipones como Yasuko Nagamine, Yoko Komatsubara, Masami Okada, Shoji Kojima, entre otros, fueron los primeros bailaores que viajaron a España para profundizar su aprendizaje.
En Japón, por lo general, es la figura femenina la que se acerca más a la práctica de este baile.