Por ello, todo cuidado de enfermería que considere persona tanto a la enfermera como al paciente implica un acto de consciencia, es decir, es intencional, no se da espontáneamente.
La enfermera debe querer cuidar a las personas y no sólo atenderlas.
La enfermera que cuida al otro conscientemente se reconoce como persona, ya que de otra manera no es posible encontrarse con él o ella, pues para hacerlo es necesario vaciarse temporalmente del juicio racional sobre su paciente, para poder acogerlo en su singularidad y escuchar atenta para comprender su experiencia total en el sentido que esa persona le otorga y acompañarlo en sus transiciones.
Asimismo, Habermas describe una tercera tendencia denominada sociocrítica, emparentada con la escuela de Frankfurt y el marxismo.
Por otra parte, el conocimiento en enfermería, como se observa en las teorías de enfermería, no solo depende de su época y cultura, sino que también, a diferencia del conocimiento en las ciencias físicas y naturales y en las ciencias sociales, no se deriva de la experimentación en laboratorios o de teorías previas, sino que más bien surge como una reflexión sobre la práctica o praxis del cuidado.
Por tanto, la enfermería es una disciplina básicamente práxica, que genera conocimiento teórico, basándose en el pragmatismo, como escuela filosófica y en la praxis, concebida como una transformación de la realidad mediante su reflexión crítica.