Posteriormente se fabricaron mediante acuñación por el sistema habitual, en cospeles de latón, cobre, aluminio o cuproníquel.
A partir de 1879, todas las fichas tienen su valor expresado en pesos y centavos, según el sistema monetario chileno.
[2] Las fichas salitreras más antiguas se utilizaron probablemente simplemente en sustitución de la moneda corriente.
Estas operaciones contables solía llevarlas a cabo un familiar, esposa o hijos, y en el caso de los obreros solteros unas gestoras especializadas, las libreteras, que recibían una pequeña remuneración por ello.
[3] Si el trabajo realizado era superior al importe del «suple», el saldo quedaba en la libreta, lo mismo que si era inferior.