[1] La película muestra a una joven (Yekaterina Golubeva)) visitando un grupo nómada tofalar en los montes Sayan.
[1] La obra, sin diálogos, presenta planos diseñados como pinturas con diversos paisajes e interiores desnudos.
Es una región infinita, misteriosa, e inhóspita, donde vive una población que parece haber olvidado el paso del tiempo y el contacto con otros seres humanos.
Luego se encuentra en un vehículo oruga de apariencia militar y en la casa del pastor, quien comparte silenciosamente con ella un pan.
La visitante es agredida por un hombre, a quien primero rechaza con un golpe y luego con un cuchillo, en medio de la indiferencia general.
Más tarde se la muestra con una contusión en la cabeza y el hombre yace en el suelo desangrándose.
La mujer abandona tambaleándose el lugar, cruza un arroyo y busca cobijo en una choza.
Por tanto, no hay compromiso, la película renuncia a inclusiones en estructuras que establecerían su resumen y prefiere el aspecto esencial de la puesta en escena, el objeto sobre el sujeto, el estancamiento sobre el movimiento.
Bartas construye una dimensión fuera de lo común, una realidad que explota su base surrealista para reflexionar sobre el mundo.