Fernando de Meneses y Bravo de Saravia

Sin tener muchas opciones, las autoridades se dieron a la tarea de reunir la cantidad exigida por el pirata, quien al recibirla retornó a su barco y liberó al resto de sus prisioneros.

Subastó cuanto empleo público estuvo disponible invistiendo a los funcionarios que pagaban por el cargo de facultades despóticas que permitían el ejercicio arbitrario de la administración pública.

Entró en contubernio con frailes franciscanos corruptos a fin de desafiar -cosa que logró- las órdenes del Obispo Pedro de los Reyes Ríos de la Madrid, debilitando el contrapeso político que ejercía el clero en quel entonces.

[1]​ Siendo más rico que cuando llegó a Yucatán, se trasladó a España en agosto de 1712 y tras pasar en Madrid una breve temporada, retornó a la Nueva España para instalarse en Puebla de los Ángeles, no sin antes haber maniobrado para que el juicio de residencia obligatorio, que se le debía seguir al dejar su cargo, fuera encargado a sus amigos, permitiéndose inclusive que contestara el proceso mediante un apoderado.

Cuando su hermano concluyó su propio mandato y fue sujeto al juicio de residencia correspondiente que amenazó con responsabilizarlo a él, siguió influyendo para mantenerse impune, cosa que logró.