La I edición supuso un éxito en la que se dieron cita diversas empresas como: Adaro, Caja de Ahorros de Asturias, Duro Felguera, Ensidesa, El Gaitero, Gijón Fabril, Hidroeléctrica del Cantábrico, Santa Bárbara, Uninsa, etc. instaladas en ordenada dispersión por las aceras.
Tras la I edición, los organizadores de la Feria no contaban con un lugar para albergar la muestra.
Con el beneplácito del rector de la Laboral, se comenzó a preparar todo lo necesario.
Y el segundo año, la Feria se celebró allí, siendo inaugurada por Gregorio López-Bravo, ministro de Industria.
Tras el nuevo éxito, se cruzó a la margen derecha del río Piles.
Surgió entonces el problema de la tierra, que al estar constituida fundamentalmente por lodos, de aguas y marismas, provocaba que no se pudiera construir nada encima.
Una muestra que pudiera convertirse en museo etnográfico, que adjunto a la Feria de Muestras, quedara como un área recreativa para los visitantes a la Feria durante el verano y de permanente visita durante el resto del año.