Hija única de Clemente Olave y Fernanda Salaverri.El padre puso en marcha el primer hotel que hubo en Vitoria y el café más antiguo de la ciudad, “El Universal” en 1844.«Dios la perdone y limpie su basura», fue lo último que de ella escribió quien antes «te idolatró como un Don Juan enloquecido»”.[6] Tras su regreso a la capital vasca y en los 24 años que Felicia vivió hasta su muerte, la rica heredera fue repartiendo su legado en sucesivos proyectos a favor de la Iglesia, la ciudad de Vitoria, la educación, las mujeres desamparadas o los niños.[8][9] En la Basílica de Estíbaliz ayudó a los monjes con dos capillas y una sala.