El término falsas energías es utilizado para referirse a todas aquellas manifestaciones tanto físicas como espirituales que no pueden ser comprobadas racionalmente y que en la mayoría de los casos están justificadas bajo la percepción y el juicio del usuario.
Las falsas energías no comparten con la ciencia el planteamiento, las técnicas ni el cuerpo de conocimientos.
La concepción del éter es uno de los más grandes ejemplos y sus primeras apariciones se remontan a la era aristotélica, donde este personaje afirmaba que el éter era el quinto elemento y el responsable del movimiento de los astros.
[3] La historia está llena de ejemplos donde el apego a la ideología ofrece respuestas satisfactorias y racionales, pero en la mayoría de los casos, el paso del tiempo no hace más que refutar tales aseveraciones.
[10] Algunos defensores del móvil perpetuo como Martin Gardner afirman que los artefactos no generan energía de la nada sino que pueden usar la energía del vacío o "punto cero" para funcionar.
Del mismo modo, la teoría que afirma la existencia de la energía del vacío también estipula que es prácticamente imposible aprovecharla, por lo tanto el razonamiento de promover móviles perpetuos con este argumento es irracional e ignora los postulados establecidos por la comunidad científica.
[13] La energía vital se considera indiferente a la leyes fisicoquímicas que determinan el comportamiento del mundo inanimado.
[9] Esto es que en cualquier proceso la energía en un estado determinado es la misma que en cualquier otro estado diferente, no necesariamente del mismo tipo pero sí de manera equivalente.
Sergio de Régules (1999) advierte lo siguiente: “¿Has oído en la tele palabras como “energía positiva”, “vibraciones”, o “física cuántica”?
Fuera de contexto, como en los programas sobre ovnis y fenómenos paranormales, a estas palabras se les puede dar cualquier significado.
Pero la energía de una explosión atómica es tan positiva como se puede ser y a la vez muy, pero muy mala.
La energía potencial negativa no tiene nada que ver con la guerra y la ignorancia.
[20] Otro de los inconvenientes hace referencia al impacto que esta clase de información tiene en la sociedad, esto se debe principalmente a que la diferencia entre ciencia y pseudociencia es casi imperceptible.
Las pseudociencias, como los virus, se visten de lo que no son para engañar a los incautos.”[21] Actualmente existe un gran número de reportes pseudocientíficos, en diferentes medios de comunicación, donde se incita a realizar prácticas que podrían atentar con la integridad de la población al sugerir procedimientos que no han sido probados o que definitivamente están contraindicados para obtener bienestar físico o emocional.
[22] La situación trasciende hasta el punto en el que la confrontación se extiende a los individuos en vez de los argumentos: “No es la primera vez que este tipo de disputas se acaban judicializado.
Hay altas probabilidades de provocar impactos negativos en la sociedad por el carácter de las mismas e incrementan al asumir que el hombre tiene un sesgo cultural y biológico para identificar el engaño.
Ante estas condiciones es recomendable ser críticos, buscar información confiable y adoptar posturas que estén racionalmente justificadas.
[26] Términos como Qi o prana son conceptos referentes a la energía vital, sin embargo, una breve evaluación desvirtúa su validez: 1.
[29] Desde el punto de vista científico en el nivel cuántico, la energía es irradiada y absorbida en paquetes discretos definidos como fotones.
[27] La curación cuántica combina y manipula de forma irresponsable conceptos de conciencia, cerebro, cuerpo y mente con efectos que ocurren a nivel cuántico sin presentar ninguna evidencia empírica.
[27] Por otro lado está demostrado que los objetos macroscópicos como los humanos o células individuales son demasiado grandes para exhibir propiedades cuánticas inherentes como la interferencia y el colapso de la función de onda.
[31] Las falsas energías enfocadas en terapias de sanación son particularmente peligrosas y dañinas dado que mezclan aspectos místicos refutados por la investigación médica, como la creencia en energías misteriosas que controlan la salud y la enfermedad.