Como consecuencia del desplazamiento del terreno se originó un plano de falla que destaca por la intensa claridad de su composición en mármoles y que muestra muy claramente las estrías y fisuras producidas por el rozamiento de los bloques de materiales y que debido a la relativa juventud del proceso no han sido borradas por los agentes erosivos.
Cada año suele haber réplicas en enero.
La longitud de la falla sugiere que se puede esperar un terremoto de cierta magnitud, pero la ausencia de eventos sísmicos históricos o instrumentales indicaría que la actividad de la falla ocurre al menos parcialmente por fluencia.
Las estrías en las superficies de la falla evidencian una cinemática normal-sinistral, lo que sugiere que puede haber sido una falla de transferencia principal del extremo más occidental de la antiforma de Sierra Nevada.
Sin embargo, los resultados de los estudios GPS realizados por la Universidad de Jaén evidencian: (1) el acortamiento en la antiforma de Sierra Nevada se encuentra en sus últimas etapas, y (2) la falla actual se muestra normal con desplazamientos dextrales oblicuos menores.